El auge del mundo de los influencers es tal que, para poner orden, hemos terminado estableciendo distintas categorías en función de la magnitud de su alcance en las redes y número de seguidores.

Según la categorización que recoge Metricool en su blog, se distinguen ya cinco grupos de influencers que, de mayor a menor número de seguidores, corresponde a: los top-influencers que alguno denomina mega-influencer (cuentan con una comunidad de más de 1M de seguidores en redes o más de 10M en Youtube); macro-influencers (desde los 250.000 a 1 millón en Instagram y del millón a los 10 millones en YouTube), medio-influencers (de 50.000 a 250.000 seguidores en redes y en YouTube cerca de 100.000 y un millón), micro-influencers (de 10.000 a 50.000 seguidores en Instagram y otras redes y hasta 100.000 en el canal de YouTube) y los nano-influencer (entre 10.000 y 1.000 seguidores).

Además de su peso en este ecosistema del marketing digital, otra de las cosas que distingue a un nano-influencer del resto es que suele crear contenidos más específicos y que sus seguidores, aunque menos, son más leales, de manera que pueden aumentar el engagement hacia una marca. De aquí que su demanda vaya en aumento. Según una puclicación de la plataforma influencity, un estudio de Estados Unidos descubrió que los nano-influencers contribuyeron en 2020 al 93,7% del total de influencers. En el caso de Europa, su impacto era el equivalente a un 92,6%.

En cuanto a las ventajas que puede reportar a una marca el hecho de trabajar con estos pequeños creadores de contenido, estas son algunas que señalan los especialistas:

Conectan mejor con el público. “A diferencia de perfiles con una gran cantidad de seguidores, los usuarios de las redes sociales conectan mejor con las cuentas menos populares porque se ven reflejados en ellas”, afirman en Metricool. Ponen como ejemplo el hecho de que un usuario normal es más fácil que se identifique con una prenda asequible representada por un nano-influencer que con algo extravagante u ostentoso más propio de cuentas con millones de seguidores.

Mayor segmentación de las audiencias. Un top o un macro-influencer puede alcanzar cotas tan elevadas de popularidad que le pongan al nivel de una celebridad. Para ellos bien, pero para las marcas puede ser un inconveniente puesto que existe el riesgo de que muchos de sus seguidores se guíen más por un interés mediático y de imagen personal que por lo que comparten con el perfil. Si tu marca dispone de productos con un público objetivo muy amplio, vale. En caso contrario, mejor apostar por los pequeños.

Óptimos para campañas locales. Los nano-influencers pueden ser grandes aliados para acciones geolocalizadas en un punto determinado dado que muchos de ellos tienen un área de influencia local o regional.  Esto puede ser ventajoso para las marcas que buscan promover productos o servicios en mercados de proximidad, ya que los influencers tienen una audiencia más directa y efectiva en esas áreas.

Para mercados de nicho. En la misma línea que el punto anterior, estos creadores de contenidos pueden ser una buena opción para marcas específicas de una industria que se dirigen a nichos de audiencia.

Mejoran la tasa de participación. Debido a la conexión más cercana y auténtica que suelen tener con su audiencia, “el contenido que comparten genera una mayor tasa de participación. Esto significa que los seguidores están más dispuestos a interactuar, comentar, compartir y responder a las recomendaciones de los influencers, lo que aumenta la visibilidad y el alcance de las marcas; sostienen los expertos de SocialPubli.

Son más baratos. Muchos de ellos no son influencers profesionales. Más bien se acercan a las redes como algo secundario en sus vidas o un hobbie, por lo que tampoco se muestran muy exigentes a la hora de aceptar una remuneración. Puede que, incluso, accedan a colaborar a cambio solo de algún producto o servicio, como sucedía antaño.